ESPIRITUALIDAD BENEDICTINA

La espiritualidad benedictina del Monasterio de San Juan Baustista en Boville Ernica (FR) se vive con fuerte acentuaciòn comunitaria, realizada en comunión de ideales de vida y de bienes al interior de la clausura, cual pequeña porciòn de Iglesia, bajo la responsabilidad de la Abadesa, sacramento de la paternidad misma de Dios. En una atmòsfera de silencio y de piedad la jornada está articulada según el moto  “ora et labora”  en tres momentos complementarios y convergentes: L’Opus Dei, la Lectio Divina y  el trabajo.
Con la profesión de los consejos evangélicos y la  «conversatio morum suorum», la monja se empeña en realizar en si misma, en el seno de la comunidad la figura de la esposa, de la virgen que espera con la lámpara encendida la llegada del Esposo.
La monja es aquella que «de verdad busca a Dios» que entra en el Monasterio como en la «escuela del servicio del Señor».

La comunidad benedictina tiene consciencia  y advierte la responsabilidad de ser en la tierra el reflejo de la liturgia del Cielo, eco de la Iglesia celeste, esposa sin mancha y sin arruga alrededor del trono de su Esposo, Cristo el cordero inmolado y glorificado. Con la profesión de los votos religiosos de obediencia, de pobreza y de castidad, la monja se empeña en resonanza personal, a realizar en sì misma la figura bíblica de la esposa en el seno de la propia Comunidad, dentro la clausura del monastero donde en el «ejercicio de la virtud y de la fè el corazòn se dilata y la via de los divinos preceptos viene recorrida en el inexplicable  suavidad del amor».   Y a este inicio, en tension de la complementariedad, ella personaliza las figuras evangelicas del siervo bueno que espera solìcito el regreso del patròn, de las virgenes prudentes que esperan vigilantes en la noche  la llegada del esposo y con el Espiritu mirando hacia la plenitud, ella invoca como las primitivas comunidades cristianas: “Maranà tha: vieni Signore Gesù!”.

La vida consagrada se desenvuelve entorno al altar del Señor, momento vivificante de la jornada, en el cual toda la comunidad, y personalmente cada monja, revive y renueva el pacto nupcial con Cristo y con la Iglesia.

La vigilia en la oracion y en el escuchar la palabra de Dios, alimenta en el tiempo y más allà  del tiempo, la tendencia del alma hacia el Absoluto: Dios es amor; quien esta en el dimora en Dios  y Dios en El. Tratamos asì de ofrecer a la Comunidad eclesial y al mundo entero una morada acogedora para aquellos que buscan a Dios, una escuela de fe de diálogo y de cultura para la edificaciòn de la vida terrenal en la espera de la eterna.

El monje (la monja) es el cristiano, que abandonando el mundo, lleva hasta la perfecciòn el propio bautizo. Es un enamorado de Cristo, un buscador de Dios mediante la guia de la Santa  Regla y del Abad. Su vida es: “un regreso por medio de la obediencia a Dios, del cual se habia alejado a causa de la desobediencia” (Prol.RB)

El monje es una continua alabanza  al Señor. “De tu alabanza està llena mi boca para que yo pueda cantar; exultarán a ti cantando mis labios” (sal. 70,8.23).  Siempre en la espera vigilante, en la docilidad a el Espíritu, como María, esperando la venida del Señor.